Porque es la mejor manera de entenderme a mí misma. Me doy cuenta de que toda mi escritura se inicia siempre con un monólogo continuo que arrastro desde que tengo uso de sinrazón. A partir de aquí se crea un compost que acaba nutriendo libros, blogs y cerebros receptivos, en suma. Mi receta: tres páginas al día. De lo que sea. Escritura como cubo de basura, escritura como admiración y queja, escritura como rebelión, como fragmentos fracasados. Os ahorraré la basura, por supuesto. Los trapos sucios se lavan en las cavernas del tiempo.
Mientras tanto, el mundo de lavadoras en marcha, listas de la compra, conversaciones familiares, horas sin dormir, libros por leer y preocupaciones varias se suma al magma creactivo que me habita. Y así voy, como un ratón del tiempo, atravesando el queso de los días.
Me encanta ese neologismo tuyo, escribivir. Yo también pienso que escribir es vivir, pero el que escribe vive dos veces. 🙂
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Gracias. Nuevamente coincido contigo: quien escribe vive dos veces (o más) 🙂
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No sé qué hacer. Tendría que pinchar en «Me gusta» en todas tus entradas y al ritmo que estás escribiendo no sé si voy a poder seguirte… 😉
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Muchas gracias, Carlos 🙂 Pero no te preocupes: no creo que pueda seguir este ritmo a diario: ya sabes, el trabajo que da de comer y que te ocupa a tiempo completo, la familia, la zona «publicable» de la escritura, la impublicable.., Seguramente podrás seguirme sin problema, así que espero que lo hagas 😉
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[…] sí soy algo anarcoreta: anarquista + anacoreta. Algo simple. De vez en cuando me voy, y no soy Robert Walser. Porque resulta que de vez en cuando una necesita desaparecer para incubar ideas. También la […]
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